Anemia y salud mental: se anticipa un futuro sombrío para el Perú
Si me preguntaran cuál es el problema de salud pública más importante en el Perú, respondería "anemia ferropénica en infantes" antes que terminaran de hacerme la pregunta. Sorprendentemente, aun existe la noción equivocada que la anemia es un problema de salud relativamente benigno, que se resuelve comiendo sangrecita o lentejas con limonada. Aunque los niños que la padecen no suelen exhibir sufrimiento, como en el caso de otras enfermedades tipo cáncer o tuberculosis, la realidad es que las posibles repercusiones a largo plazo solo pueden describirse como catastróficas.
La anemia esta principalmente asociada a malestares como palidez, fatiga, dolor de cabeza, falta de aire y palpitaciones. No obstante, las consecuencias de la deficiencia de hierro son mucho más severas. La anemia durante la gestación o en los primeros años de vida, se ha asociado a desórdenes irreversibles del desarrollo, cognitivos y de conducta. Aquellos que han sufrido de anemia tienen un desempeño escolar reducido, al igual que la capacidad de trabajo y, lo más preocupante y menos conocido, tienen un riesgo mayor de desarrollar trastornos psiquiátricos. Desde hace más de 20 años, se cuentan con estudios poblacionales rigurosos que han demostrado que las personas que sufrieron anemia en la niñez tienen un incremento significativo de desarrollar desorden depresivo, trastorno de bipolaridad, trastorno de ansiedad, retraso del desarrollo y retraso mental. Quizás el tabú que existe sobre las enfermedades psiquiátricas ha evitado que esto sea de conocimiento general, pero cerrar los ojos frente a un peligro inminente solo asegura que sufriremos el daño.
De acuerdo a la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2023, más de la tercera parte de los niños menores de 3 años sufre de anemia y en las zonas rurales la cifra supera el 40%. La tercera parte de los niños en nuestro país ya han iniciado su vida con una desventaja terrible. Repitamos este dato una vez más: 1 de cada 3 niños menores de 3 años tiene un riesgo mayor de desarrollar serios desórdenes psiquiátricos. Sin tomar medidas técnicas drásticas, la perspectiva de nuestro futuro como país es aterradora.
¿Qué podemos hacer?
Se debe asegurar el acceso a la suplementación con hierro desde el embarazo fortaleciendo la infraestructura y recurso humano dedicado al control y manejo de los embarazos. No obstante, frente a un mal que ya afecta a un tercio de los niños más pequeños, es urgente trabajar e innovar en la concientización dentro de los hogares.
Lamentablemente, ya tenemos muchos niños cuyo futuro les depara retos que no deberían tener. Para ellos, es urgente anticipar estrategias que puedan aminorar las dificultades educativas y sociales. Sin embargo, lo que es también indispensable, es trabajar en contra de los estigmas asociados a los trastornos de salud mental, los cuales retrasan e incluso, muchas veces, impiden el diagnóstico y manejo oportuno. No podemos seguir con los ojos cerrados.